En la penumbra del adiós, despedida sin dolor,
Repartimos culpas como versos en el viento.
Gracias por enseñarme a crecer, a enfrentar el resplandor,
Fuiste mi guía, mi faro en cada momento.
Caminamos juntos por la senda de la vida,
Tejiendo memorias, en la alborada compartida.
Hoy, en esta despedida, no hay lágrimas que caigan,
Solo palabras que fluyen, como hojas que el viento arrastra.
Quizás el tiempo nos lleva por caminos divergentes,
Como dos ríos que se encuentran y luego se disuelven.
Repartimos culpas como pétalos al viento,
En esta danza de sombras, en este último intento.
Gracias por ser maestro en el arte de existir,
Por cada lección, por cada suspiro a compartir.
Fuiste mi guía, en los días de sol y tormenta,
Una presencia eterna, en mi memoria revuelta.
Te recordaré en las pinceladas de cada obra,
En la sinfonía que el viento susurra,
Porque fuiste parte de mi historia, de mi ser,
En este adiós, te llevo conmigo, como un suspiro de ayer.
No hay dolor en esta despedida, solo gratitud,
Por los momentos, por la complicidad en la actitud.
Cerramos un capítulo, pero no el libro completo,
Tu esencia perdura, como un eco en el soneto.
En cada trazo de mi arte, encontrarás tu huella,
Como un secreto que el corazón destapa y revela.
Gracias por enseñarme a crecer, a ser fuerte,
En la galería del tiempo, serás mi obra más querida, mi suerte.
En esta despedida sin lágrimas, solo queda el eco,
El eco de lo que fuimos, de lo que compartimos en el trecho.
Te recordaré en cada página, en cada línea escrita,
Porque fuiste mi guía, mi maestro, mi vida.