Mostrando artículos por etiqueta: creencia
Un ateo en Roma
Un ateo en Roma, entre sombras de creencias antiguas,
En el vaivén del tiempo, donde la fe se desdibuja.
Estúpida como el orgullo, una constante en la ecuación,
En nuestra suma sobra una, un desequilibrio en la relación.
Siempre termino en los brazos de quien no me trata bien,
Como un bucle de penas que repite el mismo vaivén.
Es posible que yo sea idiota, pero tú también,
En este juego de errores, donde el corazón se ofrece.
Eres fugaz como un suspiro en la brisa nocturna,
Tu presencia es un destello, una llama taciturna.
El ruido del silencio es nuestra sinfonía,
Una melodía de palabras mudas, una ironía.
En el rincón de la incredulidad, el ateo pasea,
Entre las piedras ancestrales, su razón titubea.
Estúpida como el orgullo que nos separa,
En este vaivén de emociones, la distancia se aclara.
En nuestra suma sobra una, un desajuste evidente,
Como una pieza que no encaja, un error persistente.
Siempre caigo en los brazos de quien hiere mi ser,
Como una danza de sombras que no puedo entender.
Es posible que yo sea idiota, confundida y ciega,
Pero al mirarte, descubro que también eres juego.
Eres fugaz como un destello en la penumbra,
En el ruido del silencio, nuestra historia se deslumbra.
Entre líneas de desencuentro, en el vaivén de lo efímero,
Se teje nuestro destino, un lazo etéreo.
El ateo en Roma busca respuestas en el silencio,
Mientras tú y yo, nos perdemos en este juego intenso.
Estúpida como el orgullo que nos separa y enlaza,
En esta danza de contradicciones, la verdad se desgrana.
Eres fugaz, como un sueño que se desvanece,
En el ruido del silencio, nuestra conexión parece.
Así, en este poema, se entrelazan los hilos,
Del ateo en Roma, de lo estúpido, de los destinos.
Entre susurros de dudas y suspiros de insomnio,
Se dibuja la paradoja de un amor en desvelo